lunes, 14 de septiembre de 2009

"Umbral tenía una letra difícil de entender, pero muy bonita"

Artes. El Norte de Castilla.
Íñigo Salinas.

Entrevista a María España, viuda de Francisco Umbral



Cuando Miguel Delibes camió su lugar de trabajo a un espacio tranquilo y sin ruido, no pudo concentrarse y seguir escribiendo 'Los santos inocentes'. Borges decidía en la bañera de su casa si lo que había soñado le servía para ua novela. Isabel Allende siempre comienza sus libros el 8 de enero. Cortázar redactó 'Rayuela' casi poseído por sus personajes yc on lanoción del tiempo absolutamente perdida. García Márquez necesita una flor amarilla sobre su mesa para poder trabajar.

Y es que cada ecritor tiene sus costumbres y ritos a la hora de atraer la atención de las musas, de las que ela advertía que acuden más raudas a la llamada de la transpiración que a la de la inspiración. El Nobel escribía a mano, con unaletra minúscula y aprovechando todos los rincones del cuaderno. Francisco Umbral prefería hacerlo a máquina.

-¿Tenía francisco Umbral alguna costumbre para escribir?

-No especialmente. Eso sí, siempre seguía el mismo horario. Se levantaba sorbe las nueve de la mañana. Lo primero que hacía era leer un par de periódicos y, sobre todo, a los articulistas. Después escribiía su columna en muy poco tiempo. Nunca tardaba más de media hora en hacerlo, pero, eso sí, antes de ponerse a ello ya lo tenía todo muy pensado. Cuando terminaba la columna la enviaba y escribía dos o tres folios de la novela que estuviese haciendo en ese momento.

-¿No se tomaba algún día descanso a la semana?

-No. Para Paco su trabajo ya eran unas vacaciones. Él trabajaba en lo que le gustaba. Siempre se sentaba en la misma silla, enfrente de la mesa que está en un rincón del salón de nuestra casa en Madrid.

-¿A mano o a máquina?

-Siempre escribía a máquina. Es que teniá un pulso muy malo ya desde pequeño y después, con el paso de los años, fue a peor. Sobre todo a partir del 2003. Así que, en vez de escribir sus textos a mano, prefería hacerlo a máquina. Su letra era bastante difícil de entender, pero era muy bonita. Al menos amí me gustaba mucho.

-¿Le costaba mucho escribir?

-No, al revés. Escribía todo seguido, sin apenas borrones. De hecho, apenas existen copias de los textos originales. Cuando los terminaba, los enviaba a la editorial, después recibiía las galeradas y les echaba un ojo, pero prácticamente no cambiaba ni una coma.

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