miércoles, 15 de octubre de 2008

Eduardo Roldán: Los tertuleros

Eduardo Roldán. Los tertuleros.
El Norte de Castilla, 15 de octubre de 2008


E l reciente desenlace de la demanda por injurias graves que el dinámico alcalde de Madrid interpuso contra uno de los más sintonizados nombres del panorama radiofónico nacional ha vuelto a traer al primer plano de la palestra informativa toda la madeja verbal y los bastidores ocultos de la radio, ese gigante ciego de lengua incansable y memoria de pez. La radio hoy puede clasificarse/reducirse en/a tres esferas fundamentales: la musical -por así llamarla en las cadenas corporativas, pues en puridad sólo la atiende Radio Nacional-; la publicitaria -complemento indispensable de la anterior, que la sustenta y a la vez reduce, al punto de ocupar más tiempo que las canciones en ciertos programas supuestamente dedicados a la música-, y la esfera opinatriz, o sea los tertuleros, que son quienes meten caña diaria al asunto, arrastran audiencias y en definitiva más servicio hacen en el atasco o el currele, asordando con su verborrea cruzada la bocina del pasmado de delante o las quejas del compañero que no termina de cuadrar el balance y a quien el niño no le ha dejado pegar ojo, hombre.
Dejando al margen al director del cotarro, supuesto moderador que sin embargo no puede evitar se le escape algún 'uppercut' de cuando en cuando, en primer lugar tenemos al tertulero oficial, un señor sin otra dedicación conocida que la de acudir a cuanta tertulia se le ofrezca -eligiendo según pago- y con una capacidad camaleónicamente asombrosa para defender una opinión en un programa y la contraria en el siguiente. Este tertulero oficial es el tipo más genuino, más versátil y sagaz de tertulero, pero a día de hoy se encuentra en vías de extinción, pues las cadenas prefieren asegurarse tertuleros ideológicamente afines, corporativos, predecibles como puntos cardinales, con lo que de entrada le quitan toda la gracia que el asunto pudiera tener. Un segundo tipo es el tertulero ocasional. El ocasional viene avalado por la aureola de sus logros profesionales, y su incorporación suele deberse a una coyuntura de la actualidad que exige para pronunciarse de ciertos pilares técnicos; por ello, una vez que los ha expuesto al grupo se convierte en guiñol sin ventrílocuo, nadie le hace caso y él mismo se da cuenta de que lo suyo poco tiene que ver con la morcilla verbal, él es hombre de flexo y persiana bajada y por tanto deja de intervenir. Como es lógico renuncia o le echan. El último tipo básico es el del tertulero-columnista. Diríase éste un animal fuera de hábitat, como el ocasional, pero por la fogosidad con que algunos se emplean más se asemejan al tipo corporativo; de hecho muchos doblan en tertulero por obligaciones de contrato con quienes les editan en papel, que también poseen la cadena de radio y así se aseguran la obediencia ideológico-corporativa y del tirón se autopromocionan, ahorrándose además un sueldo.
Entre todos ahorman un espectáculo acústico rara vez sugestivo y siempre ruidoso. La mayoría no son sino la expresión amplificada de la general práctica española de no escuchar al de enfrente y exponer la réplica siempre en un tono más alto: lo opuesto a una tertulia merecedora de tal nombre. Sólo se diferencian de las verduleras chismosas en que ellos cobran por darle a la húmeda.

Javier Cercas: "El articulismo me ha cambiado para bien"

Cercas: "La buena literatura está en todos sitios, también en los periódicos"
Córdoba, 23 de septiembre de 2008


Conversaciones en la azotea, uno de los ciclos del festival Eutopía que más aceptación popular tiene entre el público, invitó ayer para su apertura al escritor Javier Cercas, conocido autor de la novela Soldados de Salamina .
El extremeño, que se encuentra ultimando su próximo proyecto literario, explicó ayer a Diario CORDOBA que "soy defensor total de las novelas, pero la buena literatura está en todos sitios, también en los periódicos". Preguntado por si varían sus modos de escribir cuando afronta las novelas y los artículos, responde que "no hay nada que desligar porque el periodismo es un género literario que, a su vez, contiene muchos otros géneros. No escribo distinto. De hecho, el articulismo me ha cambiado para bien".
Confiesa que "siempre me ha gustado el periodismo. Me hubiera gustado entrar en una redacción, pero soy demasiado viejo para hacerlo ya". El libro en el que está trabajando mezcla "periodismo, historia, biografía, autobiografía". Aún no sabe cuándo saldrá a la venta, pues "los libros se acaban cuando ya no se pueden mejorar. Los libros se abandonan. Estoy pensando en terminarlo ya".
LA MIRADA ATRAS Soldados de Salamina cuenta cómo el falangista Sánchez Mazas se libró de morir fusilado durante la guerra civil. Por eso, era obligado saber qué piensa Cercas sobre el intento de Garzón de restablecer la memoria histórica. "Está muy bien. Esto lo tenía que haber hecho el Estado, no un juez, pero bienvenido sea. ¿Alguien puede estar en contra de eso? Lo tenía que haber hecho Felipe González. Es lo justo y lógico. No he escrito nada sobre esto" (se refiere a sus artículos).
Esta tarde acuden a ese mismo salón de actos de la Casa Adarve el escritor Félix Romeo, el compositor de rock Sabino Méndez y la poeta María Eloy-García. La lluvia obligó a suspender en el Bulevar del Gran Capitán el espectáculo estático de Le Quintet de Beaufs. Por otro lado, las cuatro instalaciones artísticas de Habitáculos en la avenida de la Libertad han sufrido ataques vandálicos. Impulsadas por el espacio Arojo, cuenta con obras de Ximo Lizana, Solimán López y Rafael Caballano, que partieron de vehículos de despiece para acercar el arte a la población. "Eramos conscientes del riesgo de que alguna de ellas sufriera algún tipo de agresión", explica Solimán López, pero no que sólo unas horas después, "sufrieran tal cantidad de agresiones, hurtos y destrozos varios". Por ello, si todo continúa así, "las retiraremos", indicó ayer. A la obra Flash back le han quitado el pelo que la recubre la obra y también le intentaron robar unas gafas. A la pieza World wide car le han quitado elementos y ha aparecido con excrementos caninos. A otra obra le han tirado uno de sus muros.

Alcántara repasa sus mejores versos a través de su ‘Antología personal’

Alcántara repasa sus mejores versos a través de su ‘Antología personal’
Sur, 14 de octubre de 2008


El poeta y articulista Manuel Alcántara protagoniza esta tarde un recital poético con piezas extraídas del volumen ‘Antología personal’. Entre los libros de poesía del autor destacan ‘Manera de silencio’, ‘El embarcadero’, ‘Plaza Mayor’, ‘Sur’ o ‘Este verano en Málaga’. Alcántara también ha publicado más de 16.000 artículos en diversos medios de comunicación, de los que se han publicado cuatro recopilaciones: ‘Los otros días’, ‘Fondo perdido’, ‘Vuelta de hoja’ y ‘Málaga nuestra’.
En ambos campos, el del articulismo y la poesía, su labor ha merecido los máximos reconocimientos. Como poeta, ha sido distinguido con los premios Antonio Machado, Nacional de Literatura, Hispanidad de Alforjas para la Poesía e Ibn Zaydún. Como articulista obtuvo los premios Luca de Tena, el Mariano de Cavia y el González Ruano.
El recital poético, que comenzará a las 19.00 horas, es en el Fórum de Fnac de Málaga. El acto estará presentado por el director de la editorial Almuzara, Manuel Pimentel, y el poeta Juvenal Soto.
La entrada es gratuita hasta completar aforo.

Manuel Alcántara: "Agradezco a mis amigos que me llamen maestro"



«Estoy muy contento de estar aquí. He dictado versos en medio mundo, pero nunca me había visto rodeado de tantos libros. Se ha acabado eso de que Málaga es una ciudad de cien tabernas y una librería. Afortunadamente, ahora hay libros, pero que no desaparezcan las tabernas». Así es como el poeta y articulista Manuel Alcántara mostró, con el sentido del humor que le caracteriza, su satisfacción por participar ayer en el fórum de Fnac en una lectura poética de su 'Antología personal' (Almuzara), que reúne 26 de sus mejores poemas.En compañía del poeta Juvenal Soto, que ha realizado la selección de los versos, y del director de la editorial, Manuel Pimentel, Alcántara le dio las «buenas tardes» al numeroso público asistente, al que le hizo la siguiente confidencia: «Con los restos de mi voz quiero agradecerle piadosamente a mis amigos que me llamen maestro, sólo por la edad. No acabo de rechazar esa denominación que significa ducho en un oficio que he ejercido diariamente durante medio siglo, que es bastante, más que suficiente, para darse cuenta de cómo es el mundo. Lo acepto por el simple privilegio de la edad».Integrante de la que él denomina «generación de los niños de la guerra, de los supervivientes de la cartilla de racionamiento, del hambre, de la gente de 80 años que no estamos para asustarnos», el poeta consideró que el mundo es «ininteligible y cada uno intenta entenderlo por sus medios. Siempre hay caminos, unos mejores que otros, pero los transitamos». En este sentido, afirmó categórico que «la poesía es una empresa loca que nos mantiene, que intenta explicar el mundo y explicarnos por dentro». «Para estar vivo hay que estar en la actualidad. La vida es muy cambiante», argumentó Alcántara, que dijo sentirse «malagueño y español, aunque eso no excluye ser también de todos los sitios en los que he estado y en otros que conozco sólo por los mapas». Y por esas circunstancias de la vida y de la profesión que le impulsan a interesarse por todo lo que ocurre aseguró: «He escrito18.000 artículos en la prensa española».Alcántara también reflexionó sobre la creación literaria: «el primer mandamiento de un buen escritor es no aburrir a Dios sobre todas las cosas». Tampoco descarta escribir otro libro con poemas inéditos «antes de irme a otro sitio, porque todos los hombres mueren pronto, y aquí estamos de paso y hay que aprovecharlo», concluye el poeta.

Rosa Montero: "Un hervor de historias"

Rosa Montero, Un hervor de historias
EPS, 5 de octubre de 2008

Los medios de comunicación modernos son los sucesores del ágora pública: un espacio social común en el que la gente puede denunciar injusticias, intercambiar opiniones, buscar ayuda para sus dificultades. Y los columnistas somos como tertulianos de guardia de ese ágora, los oídos de la sociedad, unos oídos supuestamente siempre abiertos. Quiero decir que, cuando la gente desesperada ya no sabe a quién acudir con su problema, o cuando piensa que tiene algo importante que contar y no se siente escuchada, escribe al columnista que más lee, o a todos los columnistas que conoce, para ver si da la casualidad de que alguien le haga caso.

Y ésta es la razón por la cual van llegando a tus manos cartas y cartas llenas de historias personales, a veces existencias enteras resumidas en unas cuantas cuartillas nerviosamente escritas, documentos, fotos, libros, fotocopias de legajos, todo un material humano formidable, un mar de vivencias mareante y a menudo imposible de navegar, relatos complejos que no caben en un artículo y que no sabes por dónde agarrar, pero que tampoco te atreves a tirar ni a desdeñar, porque esos papeles palpitan y zumban y aletean en tus manos como pequeñas cosas vivas. Están llenos de amor y dolor, de tesón y tiempo. Narran cosas que son importantísimas para alguien, y tú eres el último receptor de semejante afán. A veces me parece que son como botellas lanzadas por un náufrago.


Como la historia de José María Rubio Marchena, por ejemplo. José María tiene 78 años y ahora vive en Sevilla, pero trabajó 19 años en México y por ello recibía una pensión mensual de jubilado de 321 pesos (19 euros). Pues bien, ahora le han quitado incluso esa miseria porque los mexicanos han dejado de admitir la fe de vida expedida por el Ministerio de Justicia español. José María ha escrito infinidad de cartas de protesta, tanto a México como a las autoridades españolas, pero no ha servido para nada. Estoy segura de que en el proceso se ha gastado mucho más en correo que los 19 cochambrosos euros de la pensión (me ha enviado copia de una buena resma de papeles), pero sin duda el caso se ha convertido para él en una cuestión de principios: se siente humillado y maltratado, con razón. Y no se rinde.


Una carta muy distinta es la de José María Asencio. Porque también hay relatos felices y estupendos logros. José María es un profesor valenciano que lleva mucho tiempo dando talleres de lectura a alumnos de 12 y 13 años; en 2005, él y dos antiguos alumnos suyos, David Gomis y Helena Román, comenzaron a grabar un documental sobre esos talleres, y el resultado, después de tres años de trabajo, es una película de 85 minutos de duración, titulada bellamente Pura alegría, que es una crónica deliciosa de la alegría de aprender y de vivir. Asencio no pide nada, sólo me ha mandado el documental, pero sin duda le encantaría que se viera.


Para alegría y vitalidad monumentales, las de Lucrecia Zurdo, dietista, escritora de libros de cocina especializados en la comida saludable y una anciana verdaderamente atómica: tiene 88 años y en 2007 finalizó la carrera de La Melonera (ocho kilómetros). Además de correr, hace una hora de gimnasia al día y una hora de natación sin tocar la pileta. Y por añadidura me manda una carta en la que dice: "En este momento necesito alguna entrevista periodística para presentarme al concurso de los mayores del Inserso (...). ¿Algún compañero de deportes del periódico me la haría?". Ahí queda ese guante, por si alguien lo recoge.


Me quedan muchas más historias acumuladas en los cajones, pero hoy sólo cabe un apunte más en este artículo, y es la conmovedora carta de José Rivero. José, jubilado, reside ahora en España, pero ha vivido muchos años en Argentina. Y escribe, precisamente, para hablar de una escritora argentina hoy olvidada, Pilar de Lusarreta. De hecho, me envía de regalo un viejo libro de ella, una novela de 1945 titulada La gesta de Roger de Flor, junto con unos cuantos recortes de periódicos porteños, amarillentos y de bordes carcomidos, en los que se da noticia de la prematura muerte de la autora, ocurrida en 1967 a los 60 años. Lusarreta, dice Rivero, "fue muy amiga mía hasta el final". Y añade: "Te envío su libro y los recortes de prensa que yo tenía... si alguna vez te interesa puedes sacarla del olvido. Yo no quiero irme de este mundo dejando que se olviden de esta figura". He aquí un hombre poniendo su existencia y sus recuerdos en orden. Aún no he leído La gesta de Roger de Flor, pero lo haré. E intentaré guardar un lugar de mi memoria para Lusarreta y otro para José Rivero. Como verán, todo este hervor de historias es pura vida.

Elvira Lindo: "Hay lectores que buscan en un columnista una especie de comunión semanal"

Elvira Lindo. Léenlo
El País, 15 de octubre de 2008

Hay lectores que buscan en un columnista una especie de comunión semanal; yo prefiero acercarme a las columnas con el deseo de que, eso que la gente llama tan pomposamente "mis convicciones", sea sacudido de alguna manera. En el catálogo de alabanzas que se pueden dedicar a un opinador circula una que me intranquiliza: "pasa lo que yo pienso a limpio". Quien elogia de esa manera no hace otra cosa que elogiarse a sí mismo, pues tiene en tan alta consideración sus opiniones que sólo parece pedirle al periodismo un escribano. Hace tiempo que esta hambrienta lectora de periódicos que soy se aficionó a los artículos de Paul Krugman, desde ayer Nobel de Economía. Tanto aquí como en el New York Times el señor Krugman ilumina con una prosa transparente un asunto duro de roer para el lector no iniciado. Lejos de esos expertos que oscurecen la materia que dominan otorgando a los profanos el título de gilipollas, este sabio que lleva poniendo en duda desde hace años la deriva ultraconservadora del sistema americano, explica con gran entusiasmo pedagógico las misteriosas claves del mercado. Como lo tenía, ya digo, por sabio, siempre imaginé a un anciano de pelo blanco y airado, así que ha sido toda una sorpresa descubrir a un hombre joven, de rostro simpático. Krugman no ha podido pasar mis pensamientos a limpio, porque en materia económica, estoy pez. Yo era, lo digo casi con vergüenza, de esa ¿mayoría? que al desplumar el periódico, tiraba el suplemento de negocios. Ahora andamos todos poniéndonos al día. Es angustioso porque por momentos no entendemos nada, y para colmo tenemos la poco consoladora sensación de que los expertos están también sumidos en el desconcierto. Por fortuna, Krugman es un buen maestro. No trata de confirmar nuestras convicciones, tan sólo intenta explicar qué es lo que nos está pasando. Léanlo.


martes, 14 de octubre de 2008

Cuando el periodismo se hizo libro

Cuando el periodismo se hizo libro
Juan Gargurevich, La Primera


El Articulismo nació junto con el periodismo, como todo el mundo sabe, pero no he logrado encontrar huellas del nacimiento del Columnismo, género de opinión que cada día es más popular (incluso los “blogs” no son otra cosa que las viejas columnas disfrazadas por las nuevas tecnologías).La Columna –dicen los manuales– es un texto firmado, que ocupa lugar y espacio constante en un periódico y que tiene por objeto esgrimir, plantear opinión de coyuntura, y que suele ser especializada porque se encarga a personas que avanzan más allá de la mediación informativa común para explicar por qué las cosas son así.Tampoco sé cuándo surgieron las Columnas en el Perú pero tenemos referencia, por ejemplo, del famoso pierolista Luis Fernán Cisneros que popularizó su sección “Ecos” en el diario La Prensa del 900, con un estilo que fue retomado luego por José Carlos Mariátegui para su columna “Voces”, en 1915-19.La lista se hace enorme en la medida en que se avanza en la historia de nuestro periodismo. Pero hay otro momento, que tampoco he podido identificar, en el que tanto articulistas como columnistas deciden perennizar sus textos en forma de libro. La razón es obvia: los textos que se redactan para la prensa desaparecen para siempre en las hemerotecas, salvo que su autor o alguien los rescate para el futuro. Manuel Atanasio Fuentes fue de los primeros, hacia 1855, en publicar como libros sus famosos “Aletazos”, siguiéndole muchos más autores, en una moda que seguramente surgió en Francia o Inglaterra. Actualmente es común que tanto Articulistas como Columnistas decidan salvar del olvido sus textos y los lleven a la imprenta para que sean leídos otra vez, aun cuando –salvo excepciones, como “Sofocleto”– ya no tendrán la repercusión original. Por mucho tiempo Manuel D’Ornellas fue el mejor comentarista político y parte de su obra ha sido publicada pero ya no tiene más vigencia que la lección de periodismo.Otros Columnistas escriben pensando en la publicación futura como parece haber sido el caso del popular Jaime Bayly, a quien le han editado sus columnas ya publicadas en un tabloide local. Cometen el error de no informar al lector que son refritos y tampoco dicen la fecha de publicación. No debe ser así. Muchos textos reeditados pierden su valor cuando se elude fuente y fecha porque se carece de referencia histórica. En cambio, está claro que “Buscando Novia” de Renato Cisneros, es su blog trasladado a la tinta y el papel, con las aclaraciones del caso.

Diego Medrano gana el premio de columnismo de la Asociación de Escritores

La Asociación de Escritores de Asturias ha premiado a Diego Medrano por sus columnas publicadas en EL COMERCIO. Dentro de los galardones que otorga la entidad, el dedicado al columnismo literario en castellano fue a parar al colaborador de este periódico por las extraordinarias piezas que publica cada martes y cada sábado. Bajo el título 'Martes sin pájaros', las primeras, y como 'La Luna a cucharadas', las segundas. Ambas dedicadas al universo de las letras y a sus habitantes y ambas destacadas por lo que tienen de «apuesta por la literatura más allá de la vida». Así lo expresó el jurado, integrado, para satisfacción de Medrano, por miembros de su mismo gremio. «El hecho de que sea un premio al que no te presentas y que te lo otorgan tus colegas le da un matiz que me satisface especialmente», dice orgulloso.
En el acto, donde se hizo entrega del III Premio de las Letras de Asturias a Luis Fernández Roces, Diego Medrano invitó a los escritores asturianos a hacer una piña, como la que llama la atención en la vecina León y agradeció con el galardón «la confianza» que deposita en él cada semana este periódico.
En el palmarés figuran, entre otros autores, Antonio Valle y Cristina del Valle, ambos Premio de la Crítica. El primero en castellano, la segunda en asturiano. En Poesía, Inés Toledo (castellano) y Antón García (asturiano), y en literatura infantil y juvenil, Mónica Rodríguez (castellano), Severino Antuña y Vicente García Oliva (asturiano).

José Antonio Martínez-Abarca: "Si no es autobiografía no es columnismo"

José Antonio Martínez-Abarca: "Si no es autobiografía no es columnismo"
El Faro de Murcia. Octubre de 2008


El columnista que no hace siempre autobiografía en sus artículos no es que sea mal columnista, que por supuesto también, sino que simplemente no es columnista. No es más que alguien que ha oído en alguna parte que escribir cortito en los periódicos da dinero rápido o polémica rápida o presencia rápida para conseguir cursos o subvenciones de una caja. Toda esa escuela supuestamente norteamericana del columnismo "objetivo" es falsa de toda trola, un apaño fabricado desde aquí para acojonarnos a los profesionales y ver si en toda esa rebolica los que se pirran por estas cosas cercenan un poco más la libertad de expresión. ¿Qué cuerpo se les queda a ustedes, lectores, si decimos que, por contra, el columnismo USA es el más personal y subjetivo del mundo? Como tantas cosas que se supone desde aquí que ocurren en USA (como eso de que USA tiene el índice de pobreza superior... ¡al de Sierra Leona!: información "objetiva" y descrispada aparecida en el segundo periódico nacional por tirada, procedente de su corresponsal acreditado).
El lector de columnas de periódico también debe amar la subjetividad por encima de las noticias, la crítica negativa por encima de la positiva, la vida de los otros como enseñanza para su propia vida por encima de la pasajera, alienante y absurda actualidad. O si no, no es lector de columnas, sino un ojeador casual de cafetería, un particular que pasaba por aquí o por la cafetería sin vocación ninguna para entender de qué va toda esta historia. Por eso me causa tanta ilusión como alarma cuando me abordan las pandillas de adolescentes y postadolescentes (curiosamente, sistemática e íntegramente masculinas: supongo que lo de escribir para la masa de mujeres lo dejamos para otra reencarnación) diciéndome que no sólo me leen y ocasionalmente me admiran, sino que entienden lo que escribo y, horror sobre horror, se identifican. ¡Se identifican con un señor mayor innegablemente dimitido en grado de tentativa y acabado en grado de consumación, obscenamente victimista, abismado, apático, resentido, desmedrado que, como tantos depresivos crónicos o bien parados de larga duración, confía al entrenamiento físico tan duro como el de los "marines" la salida a su crisis masiva, oscuramente monacal y mil veces de vuelta sin haber ido jamás, un saco de frustraciones y complejos, un "loser" redomado e integral a quien tienen, por alguna extraña razón que no acabo de comprender, por un"winner", espejo de su propia perdición futura si es que pretenden emular al tipo equivocado! Me siento responsable de su futuro, qué quieren.Me dan ganas de decirles que mejor lean a sus señores catedráticos, que seguro publican en domingo y están encantados de haberse conocido, y que no se fijen en el ejemplo de alguien que pudiera figurar en el tatuaje que lleva el fotógrafo de la "movida" (que a ver si la matamos un siglo de estos, uf) Alberto García-Alix en su espalda, "no me sigas, estoy perdido".Como sigan leyendo las columnas de periódico que no deben, sus papás no les van a sacar punta y entonces serán las madres mías. Podrán reclamármelo los papás, con mucha razón.El concepto de pérdida los postadolescentes lo deben descubrir por sí propios, no a cargo de alguien que se lo cuente desde otra generación tan diferente, aunque eternamente tan igual. En realidad, nunca deberían descubrir lo que puede hacer de un hombre el desamor definitivo, si quieren no perder todo aquello que aún les hace humanos.

Rosa Montero: Articulistas

Articulistas
Rosa Montero
El País, 14 de octubre de 2008


Leo columna tras columna de los articulistas de EL PAÍS y de otros periódicos y todos hablan obsesivamente de la crisis. Es lo que tiene esto del articulismo, somos como guardias de la porra (ahora los llaman, mucho más finamente, agentes de movilidad) del flujo de información que circula por el mundo. O quizá ni eso, porque los policías de tráfico controlan de algún modo el movimiento de los coches, mientras que nosotros más bien nos dejamos llevar por la corriente como un corcho. De modo que cuando hay una marea normal, compuesta de olas pequeñas y distintas, cada cual se sube a la chepa de la suya. Pero cuando llega un tsunami, un maremoto, la corriente nos arrastra a todos hacia el mismo lado, revueltos y aturdidos, hechos un gurruño de codos y rodillas.

En situaciones así, en momentos álgidos de inundación informativa, es como si la noticia dominante te abdujera. Sucedió, por ejemplo, cuando el atentado de las Torres Gemelas, y en la guerra de Irak, y también cuando el 11-M y las elecciones. Son momentos históricos y sobre todo histéricos en los que el asunto principal alcanza el punto de ebullición de la lava y desaloja de nuestra atención todo lo demás. Como articulistas nos dedicamos a comentar la realidad, pero, con la que está cayendo, es que no se nos ocurre ni nos atrevemos a hablar de otra cosa. La crisis es la noticia en la que vivimos, como gusanos dentro de una manzana. Y así, aquí estamos todos intentando decir algo propio, algo original, algo inteligente sobre el crash económico. Una ambición inane y condenada al fracaso, porque además en esta crisis nadie parece saber decir (ni hacer) nada atinado, desde Rajoy con su demagogia irresponsable a Zapatero con su inconsistencia amedrentadora. Por eso a mí, después de mucho pensar en el asunto, sólo se me ocurre una palabra: ¡socorro!

sábado, 6 de septiembre de 2008

Ignacio Camacho. Curso de verano sobre el columnismo

Reseña del blog de Agustín Rivera

Clausuró el curso de verano del columnismo/articulismo literario. Ignacio Camacho, el más brillante de los columnistas españoles contemporáneos, diagnosticó algunas claves del oficio:1) "El periodismo español no es neutral ni presume de serlo".2) "En mis columnas utilizo siempre una idea. Ruano también también otra máxima: que el principio sea potente y que con el final el lector se vaya contento".3) "La urgencia jamás puede justificar que un periodista escriba mal o atropelladamente. Es uno de los tópicos que más daño hacen a la profesión periodística".4) "El periodismo no es ficción, ni puede serlo, aunque a veces hay algunos que intentan que lo sea".5) "El artículo es la sal de la tierra del periodismo, el que rompe la uniformidad de un discurso".6) "Cada uno escribe como le da la real gana".7) "Una columna tiene que lograr al menos dos de estos tres elementos: provocar, conmover y explicar".8) "No se puede esconder la idea en el bosque del artificio y la retórica".9) "El columnismo diario es un privilegio, un regalo de la libertad expresiva, pero hay que tener cuidado con la autoindulgencia y la autoparodia".10) "La gran lección de Umbral: 'Lo que importa no es tanto el soporte, sino la disciplina".11) "El insulto en una columna siempre es pereza mental".12) "Larra es el columnista más actual. De los clásicos también me interesan Julio Camba y Wenceslao Fernández Flórez".13) "Las mejores ideas para la columna se me ocurren en la ducha o comiendo".14) "Cuando tengo la idea no le doy demasiadas vueltas, porque si lo haces te brotan frases que nunca llegan a papel".15) "Hay que pisar los escenarios de la actualidad para que las columnas tengan frescura".16) "En las redacciones hay un diálogo vivo y un karma que alimenta el artículo".17) "Soy partidario de lo que dice el maestro Alcántara: vender siempre pescado fresco. No me gusta dejar adelantadas columnas".Ignacio recomendó la lectura de los artículos de "reflexión estética" de Antonio Muñoz Molina en Babelia y resaltó que él que ha sido creador de suplementos culturales (La Esfera de EL MUNDO), subdirector de EL MUNDO de Andalucía, director de ABC y ahora columnista, no olvida su trabajo de cronista y reportero. Se nota en muchas de sus columnas, en las que aporta una nota de color, pegada al terreno, que tanto hace falta en algunos popes de la prensa española.

Raúl del Pozo: "No quiero ser el sepulturero del periódico" (Magazine)


Raúl del Pozo Mariano de Cavia 2008. Ha recibido este premio de periodismo, que es el Pulitzer español, por su obituario al «maestro de los epitafios» o Jaime Campmany. Además, le ha caído la responsabilidad de llenar el hueco de Umbral en la contraportada de El Mundo. Así va, de costalero, cargado con un sentimiento ambiguo de gloria y pesadumbre, porque de la noche al día le han hecho popular. Raúl del Pozo no tiene más tiempo para divagar ni para escribir sus novelas, apenas le queda ánimo para el juego y la juerga, y se nota que le preocupa cómo le juzguen no allá en el cielo sino en la Tierra.
ELENA PITA. Fotografía de Thomas Canet
A Raúl le gustaría que pusiéramos este título: «Cuando yo me muera, se muere el papel». Está pesimista, levemente deprimido, porque ha bajado al mar de Marbella. Le ocurre siempre que deja su meseta, que es Madrid: la ciudad de sus placeres y sus noches con sus días. La ciudad que conquistó siendo muy joven. Quería ser escritor, frecuentaba a los grandes en el Gijón, aquellas tertulias que eran el parlamento cuando no había democracia; llegado él de un lugar de la sierra de Cuenca llamado Mariana, donde nació tal que el día de Navidad de ?936. Está Raúl del Pozo en Marbella como todos los veranos, hospedándose en hoteles que son como aquellos graneros mesetarios del franquismo, adornados éstos de buganvillas, a donde las golondrinas y los ricos vuelven cada año. Pero la jet de entonces es hoy una jarca de rusos gritones, jugadores, y al escritor el juego le gusta. No, le pierde; en el juego se pierde. Si no fuera por Natalia, su mujer, ay, las mujeres: «Una mujer es un incendio, en cambio el hombre nunca pierde la cabeza» (en el amor). Así que empezamos por el final.
–Raúl, ¿cansado de llevar el muerto encima?, y que Umbral me perdone.
–Los muertos pesan mucho, pero los mitos no es que pesen, es que aplastan, es terrible. Aunque escribiera La divina comedia siempre dirían que no le llego a los tobillos.
–Pero, ¿ha escuchado ese tipo de comentarios?
–Los supongo y, sí, en algún blog lo he leído; pero contaba con ello: tengo un encargo endemoniado y fascinante, la columna de la contraportada de El Mundo (la columna de Umbral) es como una maratón diaria, agotadora. La experiencia es fabulosa: he pasado de ser conocido sólo en el gremio a ser popular. Esa columna es sagrada, está endemoniada, y la sigue todo cristo: es mítica.
–El muerto, el premio al obituario del maestro de epitafios, y usted con sus supersticiones, ¿duerme a gusto?
–Oh, totalmente supersticioso, pero creo que duermo como todo el mundo.
–Pero, ¿no le da grima todo esto?
–Son cosas que me pasan por ser mayor: como he conocido a todos los importantes cada vez que palma uno me piden el obituario, pero ya les he advertido que no quiero ser el sepulturero del periódico.
–Le noto un tanto descontento con la edad.
–No, pero no le veo grandes mitos a la vejez.
Estoy contento de competir como un joven: escribir en los periódicos es como la Champions, en el momento en que no metes gol te mandan a casa. Estoy contento con el oficio y con la columna, sí, sin intentar emular al genio, sino que sigo mi camino con la humildad de la actualidad.
–El periódico ya ni envuelve el pescado, que lo envuelven papeles y plásticos finísimos. ¿Somos una reliquia?
–El periódico es una reliquia, sí, pero apasionante. Somos los últimos galeotes, artesanos, avezados navegantes de una aventura que se extingue: atendemos a los últimos suspiros de una galaxia. Hasta ahora el periodismo escrito ha sido la madre de todos los grandes progresos de la civilización, Enciclopedia, Ilustración, Democracia... Pero hoy nace un mundo nuevo, que es la Red, que te ayuda a navegar por tu propia cabeza. Me parece el invento más importante de la humanidad: el gran cerebro colectivo.
–¿Cuánto tiempo de vida le da al periodismo impreso, o será esto como lo del vídeo que iba a matar al cine o la novela que lleva años muriéndose?
–La novela se ha muerto, vive una época posliteraria.
–No dicen lo mismo las últimas cifras de ventas (crecientes). ¿Será una paradoja?, ¿se lee más o se consumen más libros? –No creas las cifras que se publican: los libros se han convertido en un objeto de regalo, se mantienen artificialmente.
–Este oficio, este veneno que es el periodismo, ¿sólo sobrevivirá rendido a la Red?
–No lo sé, sólo sé lo que me decía Ruano: «Este oficio es tan hermoso que no sé por qué encima le pedimos que nos dé dinero». Escribir es una delectación sin precedentes, te proporciona un montón de amigos desconocidos, y eso a mí me produce una satisfacción que no tiene que ver con la vanidad, sino con algo mucho más profundo: la amistad humana.
–Han dicho de usted que «escribe con el vértigo de un bloguero» (en artículo de Antonio Lucas), ¿un halago o un menosprecio?
–Lucas es un monstruo, es el delfín del gran columnismo. Por lo general, los blogueros escriben con un ritmo alucinante, porque lo hacen sin ningún tipo de cortapisa, y esa libertad les da veracidad y encanto, y alcanzan cotas insuperables de brillantez en su estilo. Pero en el mundo siempre habrá gente mala, y hay miserables y psicópatas que aprovechan esta circunstancia para hacer daño.
–¿Ha mejorado la prosa en las redacciones a base de ese ritmo frenético de la web?
–No, el lenguaje se ha ido empobreciendo y se contamina con neologismos, barbarismos, tecnicismos. El idioma está rodeado de peligros, empezando por los nacionalismos.
–¿Qué tiene que ver que en Cataluña se hable catalán con la contaminación del castellano?
–Por supuesto que todos los idiomas tienen derecho a la supervivencia, pero yo creo que las inversiones están coaccionando y acorralando al castellano, lo que es inútil: nunca lo van a conseguir, el castellano es una lengua romance que ha podido con todo. Los idiomas no se deben perseguir, ni tampoco se hacen por decreto.
–El periodista tiene tendencia a lo ocurrente más que a lo profundo, ¿la web no es un ocurrente caldo de cultivo?
–La Red es el principio de un nuevo idioma. A mí Cela me preguntaba todos los años: «¿A quién le damos el próximo (Premio) Cervantes?». Y yo, «a Umbral». Y él, «es muy joven». Así hasta que un año me dijo: «Umbral es un escritor extraordinario, lo malo es que a veces le pierde el ingenio». El ingenio es el peor enemigo del escritor, el ingenio como ocurrencia, tributo al sol, salto de la rana, gracia. Y sí, en periodismo hay que ser ingenioso por cojones, y eso es malo.
–De Raúl del Pozo se dice también que es el heredero más vivo de El Gijón, y cito a Umbral cuando ganó usted el González Ruano, «el heredero más vivo y vivaz que nos queda de cuando entonces». ¿Siente nostalgia?
–No. El Gijón fue nuestro cuarto de estar en unos años en que no teníamos casa y estábamos tiesos como garrotes. Allí iba toda España. Como dijo Ortega, los cafés fueron el Parlamento cuando no había Parlamento, y las tertulias, la democracia que faltaba. Fueron el último puerto de la cultura valleinclanesca. Sólo tengo nostalgia en el sentido de que allí conocí a los más grandes, tomando café, y fue muy bonito:po-días ser su amigo aunque acabaras de llegar. –Converge, pues, en usted el pasado y el futuro, ¿a qué época pertenece?
–Yo soy la síntesis de todas las contradicciones. El idioma es mi patria y el estilo, mi pasión: lo único que me preocupa es escribir cada día mejor, aunque eso no se controla.
–Si «el periodismo no es una profesión», ¿qué es pues, una vocación?
–Es un sueño. La capacidad de conocer gente y vivir experiencias extraordinarias sólo te la da el periodismo.
–¿Y usted persiguió el sueño desde muy joven, desde que, cuenta, su tía le mandaba a comprar el ABC?
–Sí, como otros sueñan con ser pistoleros. Seguía a los periodistas de Cuenca, veía a Ruano en el café Colón y era para mí la viva estampa del mito.
–¿Y con sólo esa admiración se lanza al ruedo, o pasa antes por escuelas?
–Nunca fui más allá del ingreso en la escuela de Periodismo, entonces íbamos muy rápido. Umbral decía que me había dado mi primer abrigo, mi primer amante y mi primer trabajo: sólo es verdad lo último. Cuando él dejó su puesto en la agencia Eurofoto me aconsejó que fuera a pedir el puesto, y allí estuve, poniendo pies de fotos y pasando hambre hasta que se casó Fabiola y conseguimos una exclusiva, porque había dejado a sus perros abandonados y teníamos la foto. –La vida, la calle, los libros, ¿dónde ha aprendido más?
–Hice la mili de los cafés en París, sobre todo en La Candelaria: allí iba todo París. Vivía con un amigo pintor y dormía en el suelo.
–Y ¿en qué plaza lo ha pasado mejor?
–En Madrid. Cuando salgo de Madrid me muero de melancolía, es una ciudad hecha para mí. Es la confluencia de todos los argots, una acumulación de los vocablos más resplandecientes de nuestro idioma, una sinfonía de palabras, el mar de donde vienen todos los idiomas. Es la ciudad de la libertad.
–¿Lo mejor se escribe en los bares?, ¿aún escribe en los bares?
–No, es que nunca lo he hecho. Lo dijo Umbral, pero todo lo que Umbral decía era pura literatura y a mí, como a muchos, me hizo un personaje. Yo a los bares iba a ligar.
–En aquella época, dice, «se llegaba al periodismo como un banderín de enganche de la literatura». ¿Tiene la impresión de que acaso esto ha dejado alguna vez de ser así?
–No, es algo que nunca ha dejado de suceder. Lo que pasa es que en este país nunca van a permitir que alguien haga bien dos cosas. Entonces, los catedráticos, que son la peste, se han apoderado de la literatura y consideran al periodismo un género menor. Pero el periodismo brillante es la escritura del siglo XX, todos los grandes escritores han sido antes periodistas, desde Camus a Hemingway.
–¿Su vocación ha sido más periodística o literaria? Y no vale recurrir al periodismo literario o literatura hecha en los periódicos. –Para mí no hay división, uno entra en el periodismo con la esperanza de llegar a la literatura, porque la literatura, salvo la poesía, es propia de la madurez.
–Raúl, ¿se venderían más sus novelas, sería más intocable si no escribiera en los periódicos y no saliera en las tertulias de la tele?, ¿el periodismo no le banaliza?
–Tienes toda la razón: en la tele deberían pagarnos por desgaste de imagen. En España, y especialmente entre la crítica, hay muchos prejuicios; y que conste que yo no soy un renegado de la literatura: me ha ido considerablemente bien. Pero escribir una novela es como meterse en un con- vento durante seis, 12 meses, para después estar en cartel no más de 10 días, porque pasado ese tiempo no queda nada. –En esa glosa a Campmany que le hizo merecer el Mariano de Cavia, escribió de él que no proyectaba «sobre su ideología su demencia». ¿Es cierto que muchos no perdonan que escriba en un diario afín al PP?
–No me perdonan el pedrojotismo, no. Hay un macarthismo total contra lo que se llamó el Sindicato del Crimen (grupo de opinión que hizo posible el desmantelamiento del GAL y la caída de Felipe González). Me lo dijo Zapatero: el odio entre políticos es una nimiedad comparado con el que existe en vuestra profesión.
–Y usted, ¿en qué barco va?
–En el de la libertad y la democracia. He superado todos los fundamentalismos. Y solamente tengo una cosa clara: la ciudad nos hace libres. Después de muchas contradicciones, me defino liberal.
–Pero, ¿no venía de la izquierda?
–No quiero decir neocon, sino liberal de izquierdas al estilo del XIX. Y sí, he militado, pero no presumo de nada ni me arrepiento de nada: mi vida, te repito, es una síntesis de contradicciones.
–Vuelvo a citarle: «Los periodistas somos los limpiacristales de la libertad». ¿No es cierto que a veces empañamos e incluso transformamos la realidad al transmitirla? ¿Cuándo una pasión fue objetiva?
–La objetividad no existe, es una utopía, como el amor o el comunismo; pero de todos modos es mejor luchar por ser objetivo, aunque no se consiga.
–Glosando al maestro Campmany aludía a su mujer, que como dijera Juan Ramón ante el Nobel, «es la verdadera ganadora de este premio». ¿También Natalia, su esposa, lo es?
–Sí, pero ha habido muchas natalias desde que nos casamos en el 69. La de ahora es una compañera maravillosa y es mi estabilidad. Si no fuera por ella seguramente ahora estaría en una cuneta, porque he llevado una vida disparatada. Yo realmente he empezado a leer a los 50, antes no hacía más que vivir; he sido casi un analfabeto, un legionario, y he aprendido con la edad. El nuestro no ha sido un matrimonio modelo.
–Existe una pregunta antes incorrecta que creo ha dejado de serlo: ¿por qué no tuvieron hijos?; ¿no lo ha echado de menos?
–Porque mi vida era una perdición y siempre creí que mi matrimonio no duraría. Tuve una niñez y una juventud despiadadas y tenía miedo de mí mismo. No sabía cómo terminaría mi vida y la decisión de no tener hijos fue un acto de responsabilidad.
–Una generación de mujeres que no se repetirá: ahora las mujeres sólo queremos figurar y cortar más bacalao que nadie, ¿este egoísmo no es propio del macho?
–Yo no creo más que en un género, el género humano, pero es cierto que ésta de las mujeres es la única revolución que ha triunfado, y no es una adulación, la adulación a la mujer me parece de capullos.
–¿Y hacia dónde caminamos?
–Hacia la igualdad, la igualdad total.
–Vaya, ¿a costa de qué?
–Bueno, yo que he conocido el género sé de sus puntos débiles: la mujer es un incendio y el hombre nunca pierde la cabeza por una pasión, porque se ha fortalecido a lo largo de miles de años. La grandeza de la mujer es su fragilidad.
+ 'La rana mágica' (La Esfera de los Libros) es el último libro que ha publicado Raúl Del Pozo

domingo, 25 de mayo de 2008

Raúl del Pozo: "El Cavia es la consagración del columnista"

Raúl del Pozo: «El Cavia es el Premio, la consagración de un columnista»
Antonio Astorga, Abc



El «príncipe gitano» anarquista de Cuenca llegó a Madrid con la prosa de un Valle-Inclán salvaje (Umbral dixit), y lo primero que vio fue la Gloria y los Pegasos, bronceados en la cumbre del Ministerio de Agricultura. El barbilampiño escritor en ciernes que se apeaba en Atocha soñaba con torear en las Ventas literarias y periodísticas de los madriles, y deslumbrar al castellano escribiéndole cartas de amor y poemas periodísticos desesperados. Y a fe que lo ha conseguido. Raúl del Pozo, que ya había hecho la mili en Cuatro Vientos, era un «Robert Capa de las palabras» que soñaba con escribir en ABC: «Yo quería escribir en ABC porque era un sueño demasiado grande ganar el Mariano de Cavia», recordaba ayer Raúl del Pozo, nada más honrar y besar el Cavia por su artículo «España, el paraíso». Su tía le enviaba todos los días a comprar ABC, el mejor recado para leer. Raúl del Pozo lo devoraba, y se entusiasmaba leyendo a los grandes «sampedros» de la Cofradía de la Columna, de la que él es fiel costalero: «ABC es el periódico donde han escrito los grandes de los años 50 y 60. Un diario liberal, muy bien escrito sobre todo, y que ha tenido y tiene el culto al estilo y a la palabra. Por eso el Mariano de Cavia es el Premio. Yo he ganado otros galardones, pero el Cavia es la consagración de un columnista», confiesa el hombre que ya se ha subido a la Gloria del Mariano de Cavia. «No sé si me lo merezco -prosigue-. Le agradezco muchísimo al Jurado el reconocimiento, pero sobre todo al genio: a don Antonio Mingote, al que se quiere con todo el corazón».
Raúl del Pozo vino al mundo en Mariana (Cuenca). En 1960 principió en este sagrado oficio en el «Diario de Cuenca», continuó en «Mundo obrero» de 1976 al 81, fundó «El independiente» y, desde 1991, escribe en «El mundo». En «Interviu» recibió el premio de Periodismo Pedro Rodríguez, en honor del articulista de ABC. Es novelista -«Noche de tahúres», «La novia», «Los reyes de la ciudad», «No es elegante matar a una mujer descalza», «Ciudad levítica»- curtido en amores brujos, magos que vuelan, y la Roma disoluta del Renacimiento. Desde su prosa repleta de culturas ensartó el romance medieval y la hebra perdida de la nigromancia, el ardor poético y la Castilla de la posguerra. Y relató una urbe, su Cuenca del alma, colgada en su propia agonía. La manhattan medieval, y la ciudad de los prodigios. Del Pozo noveló a molineros y alfareros, a la gente que se inventaba botijos para dar de mamar sangre y leche a los niños de la serranía: «Periodismo y novela para mí son el mismo oficio -explica-. La novela es un artículo de doscientas páginas, y el artículo una novela de quinientas palabras. Se cuenta la especie de que un periodista le llevó un artículo a su redactor jefe espetándole: «¡Aquí traes el Quijote, y no te lo publican!». Y el baranda le contestó: «Sí, sí, te lo publicamos, pero en folio y medio, y diciendo el lugar exacto de la Mancha»». Así son los cánones de Raúl del Pozo: «Síntesis, ritmo, culto a las palabras...».
Del tributo a Campmany...
A Raúl del Pozo se le han muerto en el último lustro los titanes que colocaba como el espejo stendhaliano en su camino literario: Campmany -«un caballero hedonista que llevaba en la sangre la música del idioma y escribía con los ojos empapados de belleza»-; Umbral -«del Periodismo ya se sabe cuáles son las lumbreras: se empieza con Larra y acabas en Umbral»-; Fernán-Gómez, Rabal... «Soy un lector de los clásicos. Me gusta mucho Séneca. Éste es un oficio que se extingue. Somos una raza que se extingue. Los poetas de la catástrofe anuncian que el papel va a morir, ¡pues vamos a morir todos a la vez!», examina, aturdido por el honor del Cavia, un Raúl del Pozo que recibía ayer una de las noticias «más importantes de mi vida»: «Uno pensaba al llegar a Madrid, como los toreros que sueñan con torear en Las Ventas, que un día escribiría en ABC. Encima, al final, me dan el premio Mariano de Cavia, que han ganado todos los grandes: Umbral, Campmany... No solamente excelsos columnistas, sino grandísimos escritores. Insisto: el Cavia es el Premio. No le confieso que ahora me quiero morir en paz, porque no quiero morirme, pero es muy emocionante».
Con el artículo premiado con el Cavia -«España, el paraíso»-, Raúl del Pozo glosaba los vocablos, la historia común, las incomprensiones e incomunicaciones, pero también la belleza que nos ha aportado almohades, almorávides, benimerines, príncipes omeyas...: «Era otra época, aunque los clásicos, desde Quevedo a Cervantes, tratan muy mal a los moriscos. El manco de Lepanto les llama «víboras». Era otro pensamiento. El barroco es esplendoroso como cultura, pero desde un punto de vista político no se puede comparar con la democracia, como es lógico. Ese artículo es un canto a nuestra historia y país, a todos los misterios que encerramos y, sobre todo, un cántico a la música de los vocablos, porque lo mejor de todo es nuestra lengua, y ese torrente de vocablos que nos enriquece y nos hace grandes».
...a los «Umbrales»
Hace unos días Raúl del Pozo trazaba una columna mayor en honor del «caballero y príncipe del Periodismo Ignacio Camacho», que recibía el González-Ruano por sus «Umbrales» en memoria del maestro de los dos: Umbral. Ese rubicón del Ruano lo había cruzado Raúl del Pozo poco antes al elevar su «Réquiem por el maestro de los epitafios: Jaime Campmany», que ejercía el magisterio en ambos. ¿Hoy es usted el príncipe del periodismo? «Nada, nada... Aquí sólo vale lo que va uno a publicar mañana. No hay que creerse nunca nada», señala el hombre que escribe en el nombre del padre periodístico -en el hueco de Umbral- cada día en su periódico «El mundo»: «Es una terrible responsabilidad. Las leyendas pesan mucho en el ataúd. Yo modestamente estoy defendiendo mi espacio, y haciéndolo lo mejor que puedo sin intentar ni imitar ni superar a Paco Umbral. Procuro seguir mi camino».
Ese camino arranca en su ciudad levítica, donde el escritor descendía desde los batanes, molinos de papel y rocas a la jungla del asfalto, mientras leía a hurtadillas a Baroja fascinado por sus libros de piratas y viajes. Como le agradeció Ignacio Camacho la noche del Ruano, «tú y yo, Raúl, que venimos del fango de las trincheras y del turbulento campo de Agramante, donde las palabras resuenan a veces como descargas de fusilería; que hemos bajado tantas veces a los albañales canallas donde el poder entierra en barro sus patas de cabrón goyesco, no podemos ni debemos hablar más que como lo que de verdad somos: peones curiosos del viejo oficio de mirar y contar».
Y testigos «de los pliegues de las arrugas de los recodos de la Historia», que aspiran a encerrar en el marco imposible del idioma. Labriegos de la frase, letraheridos braceros de la prosa con la cabeza alzada al cielo en busca del relámpago iluminador. Hijos de Umbral y de Campmany, siempre en el principio del verbo.

Nuevo libro de David Gistau

El columnista David Gistau recrea la vida de un Ultra Sur reciclado en 'Ruido de fondo', su primera obra narrativa
Europa Press


El columnista de El Mundo, David Gistau, recrea en su primera incursión en la narrativa, titulada 'Ruido de fondo' (Ediciones B), la vida de un Ultra Sur reciclado en un periodista de éxito por cuya firma se pelean todos los directores de revistas y que tiene una existencia idílica en el epicentro de la 'jet set' madrileña, hasta que un violento suceso le 'mete en una encrucijada moral y le obliga a ajustar cuentas consigo mismo', explicó el autor en una entrevista concedida a Europa Press.'No hay ni un solo juicio moral sobre el comportamiento de nadie', aclaró Gistau sobre esta novela protagonizada por Eduardo Bárcena, ex miembro de la peña futbolera Ultra Sur, hincha del Real Madrid, que cambió el rumbo de su vida con un decidido golpe de timón aunque 'no quiere redimirse' de su pasado, del que sólo guarda una evidencia: los brazos tatuados.Su pasado 'hooligan' amenazará su presente desde la noche en que el Real Madrid y el Bayern de Munich juegan la final de la Champions League, partido que tiene que ir a cubrir. En el campo se reencuentra con los que fueron sus amigos en el Fondo --Gepeto, Pancho y Pasoatrás--, y a los que no veía desde que salió de la peña de forma abrupta.A raíz de este encontronazo, Bárcena deberá 'valorar si ciertos códigos de su juventud siguen teniendo vigencia' y se debatirá entre el deber de cumplir con la justicia, la amistad y la lealtad a los que fueron sus antiguos compañeros y el amor por su novia y sus ambiciones.En la novela, con tintes de thriller, el futbol 'se toca tangencialmente', indicó Gistau, quien aseguró que conoce el tema de la violencia en las gradas y que tenía la intención de 'contar una historia muy masculina en un ambiente urbano del siglo XXI, y eso te lo da el mundo del futbol. Hace cinco siglos hubiese sido como el Capitán Alatriste', dijo.Para Gistau, la sociedad ha puesto a los Ultra Sur 'la etiqueta de que son unos descerebrados, pero ahí dentro hay carácteres más complejos de lo que la gente cree. No es gente del ghetto porque también hay pijos, y algunos Ultras serían capaces de hacer una crítica literaria de mi libro mucho más allá' de lo que otros harán, determinó.'¿Por qué no van a leer los Ultra Sur?', preguntó el autor retóricamente antes de recordar que hace años, estaba él firmando en la Feria del Libro y reapareció un amigo suyo que pertenece al ambiente Ultra Sur. 'Había comprado 30 libros pero iba vestido de 'hooligan'', destacó el escritor.David Gistau (Madrid, 1970) inició su andadura periodística en la revista 'Paisajes' haciendo reportajes de viajes, tras lo que colaboró como guionista en Antena 3. Después se incorporó al diario La Razón como columnista, donde trabajó siete años, y actualmente lo hace en El Mundo. Ha publicado dos libros sobre temas de actualidad, como son 'A que no hay huevos' y '¿Qué nos estás haciendo, ZP?'.

Raúl del Pozo, premio Mariano de Cavia

Raúl del Pozo, galardonado con el premio Mariano de Cavia
Elmundo.es, 20 de mayo de 2005


El columnista y escritor Raúl del Pozo ha sido galardonado con el premio Mariano de Cavia, que otorga el diario ABC desde 1920 en reconocimiento a los autores de artículos o crónicas con firma o seudónimo habitual, por su artículo 'España, el Paraíso' publicado el 23 febrero 2007.

Raúl del Pozo firma la contraportada del diario EL MUNDO desde diciembre pasado convencido de que "la humildad de un periodista es seguir la actualidad". Aunque está convencido de que "el columnismo se extingue", defiende el género "entendido no como la furia del español sentado, sino como el trabajo del reportero que cuenta cosas en formato de columna, acordándome de la gente que se acerca con un euro a comprar el periódico".

El periodista y escritor en Mariana (Cuenca) e inició su carrera profesional como colaborador del 'Diario de Cuenca' en 1960. Con el diario EL MUNDO colabora desde 1991. Fue a partir de 1994 cuando empezó a escribir una columna diaria en la sección de Madrid, titulada 'Capital de la Gloria'.

Antes, Del Pozo ha sido redactor de 'Mundo obrero' entre 1976 y 1981, para comenzar ese mismo año a trabajar como columnista en la revista 'Interviu', época en la que recibió el Premio de Periodismo Pedro Rodríguez por su trabajo en esta publicación.
En abril de 1982 participó en la fundación del semanario 'El Independiente', donde desarrolló su carrera periodística hasta 1991, año en el que se cerró el periódico. A comienzo de 1991 se opuso a la guerra del Golfo Pérsico incorporándose al colectivo Periodistas por la Paz, que editó 'Diario por la Paz'.



Antes que Raúl del Pozo, han recibido el prestigioso galardón Mariano de Cavia Jacinto Benavente, Agustín de Foxá, Ramón Serrano Suñer, Manuel Aznar, Luis Rosales, Luis María Ansón, Jaime Campmany, Salvador de Madariaga, Gregorio Marañón, Carlos Luis Álvarez 'Cándido', Fernando Lázaro Carreter, Julián Marías, José María Carrascal, Rafael Alberti Merello, Francisco Umbral, Francisco Nieva, Camilo José Cela, Pere Gimferrer, Pedro Casals, Octavio Paz, Mario Vargas Llosa, Fernando Arrabal, Juan José Millás, Fernando Fernán Gómez, Alfonso Ussía, Rafael Sánchez Ferlosio, Antonio Muñoz Molina, José Antonio Zarzalejos y Juan Manuel de Prada, entre muchos otros.



El artículo premiado
España, el paraíso, Raúl del Pozo

Dice un poeta norteamericano que el pasado es un cubo lleno de cenizas y el mundo, sólo un océano de mañanas. Viendo sentados delante de los jueces a esos entalegados, de las cenizas renacen las ascuas; me recuerdan a almohades, almorávides o benimerines sin chilaba. Se ganan el pan matando infieles. Los libros sagrados son los vídeos de la yihad, las mezquitas, academias militares, los McDonald's, su estado mayor.



Camellos de éxtasis, baladores, confites, hurones, nos miran desde el cristal blindado; aunque no llevan alfanjes, fueron reclutados para la guerra santa. Sus jefes son príncipes sauditas; ellos no son príncipes omeyas, sino ladrones de coches y mandangueros. El lumpen, frente a la predicción de Marx, se destaca como la nueva vanguardia que, en vez de luchar por el hombre no alienado, pelea por un creyente fanático que quiere recular la Historia hasta la peste.



Tienen el sueño de volver a Al Andalus y han enviado a los primeros combatientes, con nombres inextricables, con caras no ajenas a las nuestras. Aquí, a excepción de El Cid, nuestros abuelos se mezclaron con moros y judíos. Estos traficantes de éxodo y patera descubren, apenas llegan a España, que es algo de ellos; el idioma que hablamos está plagado de sus propias palabras. Hay en nuestros diccionarios más de 4.000 arabismos. Su monoteísmo se enriquece con vocablos que invocamos para consultar al destino: azar, baraja, albur. Muchos de ellos trabajan de alondras o pastores en los pueblos donde las casas conservan el aljibe; el zaguán, las alcobas; la alacena, las baldosas; las azoteas, el albañal. Van al mercado y ven que hay alcachofas; observan que en las aldeas aún se echa el dinero en una alcancía. Les han contado en las madrasas que los árabes trajeron a España el álgebra y los albaricoques.



Al Qaeda sigue el método de los primeros sicarios, los ebrios de hass. Cuando el sultán deseaba enviar a alguien para que matara a sus enemigos, le pagaba el precio en sangre; si el asesino se escapaba, el dinero era suyo, si era atrapado, lo era de sus hijos. Traen sus canciones de gesta: Almanzor mandaba recoger el polvo con el que sus ropas quedaban manchadas durante sus batallas, para ser enterrado con ellas cuando le llegara el último día. Creen que la Reconquista no ha terminado. El mismo Cervantes analiza el fenómeno musulmán-cristiano como la primera guerra civil española. Cuando se encuentran unos labradores que llevan a su pueblo imágenes para un retablo, una de las cuales era San Diego Matamoros, dicen: «Y mira que este gran caballero de la cruz bermeja háselo dado Dios a España por patrón y amparo suyo».
No les han contado que aquí los moros se volvían vacilones, se entregaban al hedonismo, cantaban en las jarchas: «Con hojas de parra mortaja aprestad, con pámpanos verdes, turbantes tejed». Dice un poeta arábigo-andaluz: «Oh andalusíes, qué felices sois, tenéis agua, sombra, ríos y árboles. El paraíso eterno está en vuestras moradas».

domingo, 20 de abril de 2008

Andrés Neuman, en ABCD

Andrés Neuman publica un particular diccionario en ABCD.
Sincolumna.com 19 de abril de 2008





El suplemento cultura ABCD ha fichado a Andrés Neumann como nuevo columnista. Neumann publica todos los sábados un particular diccionario sobre diferentes palabras.





Su primera columna:






De la alegría al Zen
ABCD, 12 de abril de 2008





ALEGRÍA: motivo sin motivos. 2. Lo poco que queda en pie después de las exequias.
AVENTURA: trivialidad narrada mucho tiempo después.
BREVEDAD: eso.
CIVILIZACIÓN: bombardeo con fines benéficos.
CORAZÓN: músculo peculiar que, más que levantar peso, lo acumula.
DISCOTECA: catedral de guardia.
EDITORIAL: hospital para autores. 2. En el argot periodístico, texto anónimo con fines que no tienen nombre.
FEALDAD: belleza sin marketing.
FRATERNIDAD: vínculo establecido entre menos de dos personas.
GRAMÁTICA: conjunto magistral de leyes creativas. Ayuda a imaginar, excepto a los gramáticos.
HOMBRE: deformación del falo. Tiene cura.
INTERCULTURALIDAD: prenda típica sin mangas que se adquiere en los free-shops.
JUVENTUD: atemporalidad muy pasajera.
KIOSCO: juguetería para gente informada.
LÍDER: traidor en ciernes.
MONTAJE: en el cine actual, maniobra de distracción que finge convertir una historia elemental en otra sofisticada.
NOTICIA: lo que en este momento está dejando de importar.
Ñ: sombrero hispánico.
OLVIDO: en el argot conyugal, buen gusto.
PANTALLA: vida cotidiana. Suele estar circundada por la realidad.
POETA: masculino de Poetisa. Tiene connotaciones cursis.
QUE: grano epidérmico de la mala prosa. En los estilos ásperos se multiplica patológicamente.
RUINA: monumento humaniza-do.
SONETO: sonajero empleado por los poetas adultos para calmar los nervios.
TELEDIARIO: fórmula de entretenimiento que combina con agilidad el reality show y el casting de modelos.
URNA: recipiente que acoge los restos de un individuo. 2. En el argot electoral, ídem.
VIDEOCLIP: en el argot televisivo, subgénero cómico que requiere doce cámaras, seis bikinis y dos notas. En verano la complejidad aumenta, añadiéndose tres bikinis.
WHISKY: lujo del hielo.
XILOGRAFÍA: aliento lejano del árbol.
Y: conjunción generosa.
ZEN: adivínelo usted mismo.

Tertsch y el comité de redacción de El País se enzarzan en ABC

Tertsch y el comité de redacción de El País se enzarzan en ABC
Elsemanaldigital, 17 de abril de 2008

Las cartas al director de ABC echan humo. El columnista del diario de Vocento, antiguo periodista de El País, Herman Tertsch, y el comité de redacción del periódico de Prisa, para el que trabajó anteriormente, están librando su peculiar polémica por el tratamiento informativo dispensado al "proceso de paz" de José Luis Rodríguez Zapatero.Todo comenzó en días pasados, cuando Tertsch, en una pieza titulada Del maltrato al abismo, propinó un sonoro varapalo a El País y a su cronista político Luis R. Aizpeolea por una entrevista al dirigente del PSE Jesús Eguiguren, uno de los diseñadores del proceso de negociación.Ante el artículo, el comité de redacción de El País reaccionó enviando una carta al director, publicada el miércoles, en la que aseguraban que se había atacado "de manera inoportuna y gratuita a nuestro compañero Luis R. Aizpeolea". Dicho comité quería "mostrar nuestra indignación por las lamentables descalificaciones del columnista y llamar la atención sobre el peligro y la irresponsabilidad que supone señalar con tanto descaro a un colega, más cuando un asunto tan delicado como la lucha contra ETA está por medio". La misiva finalizaba de la siguiente manera: "Todos estamos en el mismo bando. Es de justicia reconocerlo".La réplica de Tertsch no ha tardado en llegar, en el mismo lugar, un día después. El ex periodista de Prisa asegura tener una "enorme satisfacción" porque ahora todos estén en el mismo bando, aunque afirma que el comité "habrá de recordar que ni su periódico ni su comité estuvieron en el mismo bando de los que no quisieron comulgar con las ruedas de molino del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero durante la negociación con ETA". "El comité de redacción de El País no tuvo mayor problema en que desde su periódico se vertieran todo tipo de manifestaciones de desprecio contra todo periodista que no comulgara con las mentiras del Ejecutivo difundidas y defendidas con entusiasmo militante por el que ahora se considera agredido", continúa, recalcado que las tesis de Zapatero fueron difundidas por "periódicos afínes al Gobierno socialista como el suyo".Finalmente, Tertsch concluye así: "Me congratulo de que hayan cambiado de opinión, el periódico El País y el propio Aizpiolea [sic] y consideren que los demócratas estamos todos en un bando y los terroristas y sus cómplices en el contrario. Pero habrán de reconocer que no ha sido la impresión dada durante la anterior legislatura".

Fallece Pérez Chencho, columnista del Diario de León

Fallece Pérez Chencho, columnista del Diario de León
Diario de León, 20 de abril de 2008


En la noche del 19 de abril falleció en el Hospital de León Juan Florencio Pérez García «Chencho» o Pérez Chencho, como él mismo firmaba cada jueves y domingo su «Balcón del pueblo» en las páginas de Opinión del Diario de León, de las que era columnista desde hace más de una década. Chencho se sintió indispuesto mientras almorzaba y fue trasladado al Hospital de León, donde poco después fue intervenido para intentar paliar el aneurisma de aorta que sufría, pero no pudo superar tan grave dolencia y falleció horas más tarde. Había nacido en 1946 en Otero de la Vega, pueblecito próximo a La Bañeza, localidades que siempre llevó en su corazón, y pronto se inició en el periodismo trabajando en «Proa» (más tarde «La Hora Leonesa» hasta su desaparición) y la «Hoja del Lunes» como cronista deportivo utilizando el pseudónimo de Johan Gamper. También publicó libros como Política y armonía y Hablando de León sin ira.

Ignacio Camacho: «La generación de 50 años para abajo somos hijos de Umbral»

Entrevista a Ignacio Camacho
Antonio Astorga. ABC 17 de abril de 2008



Decía Francisco Umbral que a la muerte nunca se le vence porque «está en uno mismo». El día que la parca le llamó a su seno, en el último ferragosto, Ignacio Camacho trazó una raya en el agua como Quevedo tres siglos antes, rasgando el papel en el sotabanco de los cafés para llenar su siglo de obras jocosas y escritos satíricos, críticos, costumbristas, muy plásticos de escritura, y vivos de traza. El hijo periodístico honraba con «Umbrales» al «dios padre» esculpiendo un maravilloso soneto en su columna de ABC, que ayer fue reconocida con el premio González-Ruano de Periodismo, de la Fundación Mapfre. El jurado, que presidía Juan F. Layos, lo componían próceres del arte jónico y dórico, escrito y dibujado: Manuel Alcántara, Antonio Gala, Marcial Loncán, Antonio Mingote, Rafael de Penagos, Raúl del Pozo, Francisco Rodríguez Adrados, Vicente Verdú y Alfonso Ussía.

Ignacio Camacho trazó una raya, cuya onda pervivirá mortal y rosa: «Un premio que lleve el nombre de González-Ruano uno lo tiene que recibir como una condecoración, aunque no la merezca -sostiene el columnista y ex director de ABC-. El gran Alfredo Di Stéfano ya lo advirtió: «No la merezco, pero la trinco», cuando le dieron la medalla del Real Madrid. Por los premiados, por su historial, por el Jurado me llena de orgullo el premio González-Ruano. Y por la advocación bajo la que está». El columnismo es, para Ignacio Camacho, no descansar; un sitio y una frecuencia. Defiende el artículo los 365 días del año por su profundo respeto al lector que paga religiosamente un euro por su periódico, ora en invierno y verano, ora truene o llueva: «Umbral definía la columna como el soneto del periódico. Yo creo que toda la generación de cincuenta años para abajo somos hijos de Umbral», señala Camacho. ¿La mejor literatura se sigue haciendo en los periódicos? «Se escribe buena literatura en la literatura -Muñoz Molina, Mendoza, Marías, Prada... son excelentes escritores-, y se escribe también muy buena en los periódicos -repara a la perfección Ignacio Camacho-. Pero la materia prima de la realidad está superando a la materia de la ficción. Lo que hoy contamos en los periódicos es un material que difícilmente se podría elaborar únicamente de ficción».

No sabía Ignacio Camacho de la inmediatez del estado de salud de Umbral. La noticia de su muerte le golpeó personalmente porque hacia Umbral Camacho profesa una admiración muy especial: «Paco es para mí un hombre muy vinculado a mi vocación periodística -confiesa el columnista de ABC-. Obligatoriamente tenía que escribir ese artículo el mismo día de su muerte, e inmediatemente traté de rendirle un mínimo homenaje. El mejor premio sería poder seguir leyendo a Umbral, y aprendiendo de su magia y fulgor».
Personaje fértil y decisivo

Una de las cosas que a Ignacio Camacho se le han quedado pendientes en este oficio ha sido trabajar «más al lado» de Umbral. Ya coincidió con él una temporada breve en «El mundo», donde compartía una especie de consejo editorial cultural, y esa experiencia le supo muy a Paco, pero «muy a poco: en esos años Paco salía bastante, y era maravilloso y muy fértil escucharle. En mi vocación y formación profesional Umbral es personaje decisivo».

Como Larra, y Cavia, Camba, Pemán, Ruano... sublimes meandros del columnismo que ilustran grandes premios periodísticos: «Hay una generación que no es todavía perdida, pero está a punto de perderse casi por completo, en la que estaban Campmany, Umbral, Haro.. que se han ido, pero nos queda afortunadamente Manuel Alcántara, Antonio Burgos, Raúl del Pozo, Ussía, Martín Ferrand, Antonio Gala, etc..., y los jóvenes que vienen: Prada, Gistau... La renovación está garantizada», concluye un columnista que pidió, y le fue concedido, amparo a otro «dios padre» -Campmany- cuando trazó su primera raya en el agua desde el principio del verbo. O sea.

Ignacio Camacho, premio González Ruano

Ignacio Camacho, columnista de ABC, premio González Ruano de periodismo
ABC.es 16 de abril de 2008

El columnista de ABC Ignacio Camacho ha sido galardonado con el «González-Ruano» de periodismo por el Instituto de Cultura de la Fundación Mapfre, cuyo jurado ha presidido Juan Fernández Layos.

El jurado, integrado por Layos, Manuel Alcántara, Antonio Gala, Marcial Loncán, Antonio Mingote, Rafael de Penagos, Raúl del Pozo, Francisco Rodríguez Adrados, Vicente Verdú y Alfonso Ussía, ha reconocido el artículo "Umbrales", publicado en ABC el pasado 29 de agosto de 2007.

Ignacio Camacho nació en Marchena (Sevilla), es periodista y licenciado en Filología Hispánica y escribe columnas en el diario ABC, que dirigió en 2004 y 2005.

El premio está dotado con 15.000 euros y una escultura original de Venancio Blanco y se creó en el año 1975 al adquirir Mapfre Vida el edificio del madrileño Café Teide, en el que el periodista González-Ruano elaboró muchos de sus artículos.

Algunos de los escritores que han recibido este galardón en anteriores ediciones son Antonio Gala, Manuel Alcántara, Francisco Umbral, Alfonso Ussía, Fernando Savater, Arturo Pérez Reverte, Raúl del Pozo o Antonio Burgos.

miércoles, 12 de marzo de 2008

CRISTINA LÓPEZ SCHLICTING, NUEVA FIRMA DE ABC

Cristina López Schlichting ficha por ABC
Prnoticias, 12 de marzo del 2008


ABC está apostando firme por recuperar los lectores más cercanos a la derecha. Al nombramiento de Ángel Expósito como director y la llegada de José Alejandro Vara de La Razón, se suma el desembarco de una serie de columnistas identificados con la audiencia más conservadora. Primero fue José María Carrascal y ahora es Cristina López Schlichting, una de las voces más destacadas de la COPE. Cristina López Schlichting se ha hecho famosa por conducir el magazine vespertino ‘La Tarde' en la cadena COPE. Desde las tardes de la cadena se ha consolidado como una de las apuestas más firmes de la cadena e incluso se le ha llegado a designar como una de las posibles sucesoras de Federico Jiménez Lozantos en La Mañana. Es además parte del núcleo duro del comunicador en la emisora de los Obispos.

Ha trabajado en diversos medios de comunicación, tanto escritos (ABC, El Mundo y La Razón) como en televisión, aunque su popularidad se debe específicamente a su trabajo actual como presentadora de dicho magazine. Desde posiciones católicas, calificadas por algunos como ultraconservadoras, ha manifestado siempre su oposición al aborto, los homosexuales, al divorcio y a la experimentación genética.

Con este currículo se incorpora a ABC como una de las columnistas estrella de la nueva etapa del diario de Vocento en que se busca atraer al lector más conservador. Se suma a José María Carrascal que hace unos días regresó como columnista a las páginas de ABC, diario en el que ha transcurrido una buena parte de su vida profesional, primero como corresponsal en Nueva York y, posteriormente, como articulista. Esta nueva etapa de colaboración la iniciará el próximo domingo, 9 de marzo, y publicará cinco columnas semanales bajo el título ‘Postales'.

domingo, 9 de marzo de 2008

ANDRÉS TRAPIELLO, PREMIO JULIO CAMBA

El premio Julio Camba recae en el escritor leonés Andrés Trapiello
Faro de Vigo, 4 de marzo de 2008

El vigésimo noveno premio nacional de periodismo "Julio Camba" ha recaído en el escritor leonés Andrés Trapiello, que se ha hecho con el galardón por el artículo Una violeta de España negra, publicado en el diario catalán "La Vanguardia". Por su parte el psiquiatra y ensayista pontevedrés Santiago Lamas Crego, que firma con el seudónimo Ega de Alencar, ha obtenido el premio "Francisco Fernández del Riego", que llega a su quinta edición, por el artículo Ventos que publicó en el diario ourensano "La Región".El presidente del jurado de los premios que otorga Caixanova, Alfredo Conde, destacó ayer que este año "no fue el de más concurrencia cuantitativa pero sí el de mayor concurrencia cualitativa" lo que hizo muy compleja la elección, que en ambos casos fue por unanimidad. Conde explicó que al premio "Julio Camba" optaron 37 trabajos y otros 24 al "Francisco Fernández del Riego".Conde apuntó la "gran solidez" de estos premios, dotados con 12.000 euros, que constata "el espectro tan variado de autores y de medios de comunicación" que cada año concurren.Andrés Trapiello, ganador del XXIX premio "Julio Camba" es novelista, poeta, ensayista, articulista, además de editor y tipógrafo, y autor de Al morir Don Quijote (2005) y Los amigos del crimen perfecto (premio Nadal 2003). Por su parte, Santiago Lamas Crego es jefe de Psiquiatría del Complejo Hospitalario de Ourense y ha escrito, entre otros textos, Galicia borrosa, un ensayo sobre la esencia del ser gallego.


Trapiello y Santiago Lamas, premios de periodismo Julio Camba y Fernández del Riego de 2008
Europapress, 3 de marzo de 2008

El leonés Andrés Trapiello y el ourensano Santiago Lamas fueron los galardonados, respectivamente, en la XXIX edición del Premio Julio Camba de Periodismo y la V edición del Premio Francisco Fernández del Riego que, instituidos por Caixanova, se fallaron hoy.
El jurado, presidido por Alfredo Conde Cid e integrado además por Víctor Fernández Freixanes, Manuel Fernández Areal y Carlos Valle, decidió por unanimidad los artículos premiados con 12.000 euros cada uno. En el caso de Andrés Trapiello se presentó al Julio Camba con un artículo titulado "Una violeta de España Negra", publicado en el periódico La Vanguardia. Por su parte, Santiago Lamas Crego, con el pseudónimo de Ega de Alencar, publicó en el rotativo La Región el artículo que le valió el premio, titulado "Ventos" y escrito en este caso en gallego, condición indispensable para acceder al Fernández Riego.

El presidente del jurado destacó que no fue el año en que se presentaron más artículos, 37 y 24 respectivamente a cada premio, si bien aseguró que seguramente habrá sido la convocatoria que reunió trabajos de mayor calidad.

"Esta vez tuvimos que decir que no a artículos muy buenos y de gente muy importante", señaló Alfredo Conde, al reiterar que los dos artículos galardonados "son dos grandes firmas" del panorama nacional.

El presidente de Caixanova, Julio Fernández Gayoso, señaló que para el próximo año, coincidiendo con la XXX edición del Premio Julio Camba, muy probablemente se hará algo especial."Este año seguiremos el esquema tradicional para la entrega de los premios, pero para la próxima edición seguramente haremos algo diferente porque sin duda treinta años ya es una cifra importante", indicó.

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JULIO LLAMAZARES Y EL COLUMNISMO BABIANO

Julio LLamazares y el columnismo babiano
Iñaki Ezquerra. El Norte de Castilla. 1 de marzo del 2008

'Entre perro y lobo' presenta una recopilación de las columnas periodísticas del autor leonés Julio Llamazares, género en el que se siente a medio camino entre la libertad y la domesticación

El columnismo es un acto de rebeldía y de sumisión a la vez, de individualismo y de concesión al grupo. Un texto que se publica en un periódico no puede albergar el grado de insumisión y de creatividad que encierra una novela o un volumen de cuentos o un poemario por el propio medio en que se publica, pero al mismo tiempo supone una cierta incursión de esa insumisión y de esa creatividad en dicho medio. Por ello, es más que adecuada para definir ese arte la expresión tomada del francés con la que Llamazares titula esta colección de 69 artículos y que se utiliza para llamar la luz indecisa del atardecer. Pero, además de todo eso, ese dicho es realmente apropiado asimismo para un columnismo como el de Llamazares, que se halla lejos de la pincelada incisiva, del aguijonazo agudo o la mordedura sarcástica. El autor de 'La lentitud de los bueyes' no es un columnista que coja al toro por los cuernos ni que aspire a polemizar. Su escritura se instala más bien en una modesta torre de marfil o de barro que queda formulada de modo explícito en el artículo titulado 'En Babia', en el que alude al origen que tiene esa expresión en los periodos de ocio que se tomaban los reyes leoneses en tal comarca para descansar de las luchas e intrigas palaciegas o en la supuesta afición de los propios pastores que la habitan a dejarse llevar por la nostalgia del bello paisaje. Las columnas de Llamazares pueden ser calificadas de 'babianas' y en ese aspecto reside tanto su mérito como su limitación. Hay algo de anarquista, de inconformista y de rebelde individualismo en la huida periodística de Llamazares a esa Babia anímica que él nos defiende como el estado de gracia ideal y hay algo también de innegablemente concesivo y de claudicante en ese gesto. De este modo, la situación en la que el autor confiesa encontrarse -«a medio camino entre la domesticación y la libertad»- excede los límites del propio género columnístico para adentrarse en el territorio vidrioso de los contenidos, si bien hay que constatar asimismo que la 'fuga' que practica Llamazares respecto a la actualidad mediática y la realidad política del país es honesta porque no pretende vendernos otra cosa, no trata de pasar por un escritor comprometido sino que hace más bien alarde de lo contrario, de su huida a un mundo que, por otra parte, es familiar a todas sus obras. Desde la publicación de su primera novela, 'Luna de lobos', Llamazares ha encontrado refugio en un universo rural 'moderadamente poetizado', esto es, ajeno a cualquier sublimación y ubicado en un delicado realismo. La poética narrativa de Llamazares -como su narrativa poética- es algo muy parecido a la poética o la narrativa cinematográfica de 'Vacas' de Medem, pero sin la mistificación nacionalista que éste lleva al celuloide. Llamazares invoca a menudo a animales tanto en su poesía como en su prosa pero no los enrarece místicamente, no les da una dimensión divina sino que nos descubre lo humano en ellos a través de un humilde registro que linda con el neorrealismo. Babia no es una patria esencialista ni étnica sino una parcela precaria de la existencia que se conquista desde una realidad cercada y cotidiana.
Entre perro y lobo
Alejandro Gándara. El Escorpión. elmundo.es

Julio Llamazares recopila sus artículos de prensa de los últimos veinticinco años en “Entre perro y lobo” (Alfaguara). Explica el autor que ésa es la expresión usada por los franceses para designar esa luz indecisa del caer de la tarde.

Y que también es una situación: la del que está entre la domesticación y la libertad. Como individuo, como escritor y como periodista, la situación resume los sentimientos de Llamazares.
Ciertamente es un escritor especial, respetado y aplaudido, pero ofreciendo siempre el perfil al alboroto del mundillo y a sus lances. Le conozco desde hace ese mismo cuarto de siglo de su recopilación y, aparte de su inacabable sentido del humor, y su disposición a echar una mano en cuanto hace falta, el gesto no le ha variado.

'Después de revisar uno por uno, después de releer los artículos, me reafirmo en mi opinión de condición ambigua, de escritor que escribe a caballo, tanto en prensa como en una novela, entre la imaginación y la realidad, de viajero, en fin, que mira la vida desde la ventanilla de un tren que cruza el paisaje envuelto en una luz que no es real ni irreal del todo.

Esa luz que hace que el mundo no sea blanco ni negro, pese a que aparezca así en los periódicos'. Pues saludamos su vuelta.
Entre perro y lobo
Juan Cruz, elpais.es
La contracubierta del último libro de Julio Llamazares le sirve al autor de pueblo sepultado, Vegamián, que ya no existe, para mostrar su autorretrato, como escritor, como persona, como periodista, es decir, como él mismo. En unas líneas, traza la explicación de su mirada, de su modo de estar en la vida, como ser recóndito, un paseante extrañado que ha tenido siempre en la silueta de la calle el lugar de su reposo; es un hombre de veredas, de ríos y de montes, y su mirada siempre ha sido consecuencia de esos derroteros. Ahora explica esa vocación de caminante, y lo hace aprovechando el espacio de la contraportada de ese libro último, Entre perro y lobo, que acaba de publicarle Alfaguara. Autobiográfico casi siempre, por ejemplo en Escenas de cine mudo, existencialista español en La lluvia amarilla, espectador de la memoria perseguida, en Luna de lobos, aquí es espectador de sí mismo, y se ve así: "Entre chien y loup (entre perro y lobo) es como llaman los franceses a esa luz indecisa del atardecer que se produce cuando el sol ya se ha ocultado pero la noche no se ha adueñado todavía de la tierra. Pero perro y lobo es también una situación: la del que está a medio camino entre la domesticación y la libertad, que es en la que yo me he sentido siempre". Es su definición, su retrato, y acaso es el retrato deseable, el que debería devolvernos el espejo cuando ya se tienen, y él los tiene, 53 años, aunque siempre parece que Julio es aquel que llegó de León a extrañarse de la ciudad más grande. Entre la domesticación y la libertad. Me han dicho que ha terminado su libro de las catedrales, que ha recorrido, entre perro y lobo, durante años, con la paciencia de un cazador de mariposas. Esperémoslo. Y lean, por cierto, a Julio, a los escritores de su generación, a cualquier escritor, a los poetas. Será la única manera de aguantar el volcán electoral que nos deparará esta campaña a la que le auguro la desgracia de la crispación. Un día, después de unas reuniones muy tensas, en 1932, Manuel Azaña escribió en su diario: "Estamos sobre un volcán". Yo tengo esa sensación estos días, una sensación de "atmósfera sangrienta", como decía Severo Sarduy cada vez que observaba desagrado a su alrededor. Preparémonos para exigir sosiego, o por lo menos una atmósfera que permita sentirnos entre perro y lobo.

La columna y el tiempo medieval
La Voz Digital. 11 de marzo de 2008

Todos los lectores habituales de periódicos gaditanos conocen -o deberían conocer- a José Manuel Benítez Ariza. Todos hemos disfrutado alguna vez de sus columnas, de su prosa, de su mirada incisiva y amable al mismo tiempo. En la Feria del Libro de Cádiz de 2005 presentó una recopilación de sus artículos en un volumen editado por Quórum que llevaba como título Columna de Humo. Durante aquel acto, celebrado en el Baluarte de la Candelaria, el escritor todo terreno gaditano (poeta, novelista, ensayista y, por supuesto, columnista) llamó la atención de los allí presentes sobre la naturaleza cíclica, a la manera del concepto medieval del tiempo, de la escritura periodística en su variante de opinión e interpretación.

Según Benítez Ariza, los asuntos que un columnista trata a lo largo de los años ejerciendo su labor periodística dependen del paso de las estaciones. Igual que rescatamos de nuestro armario la ropa que la temporada anterior nos pusimos en invierno, de la misma manera que en verano buscamos nuevas camisetas que sustituyan a las que se nos han quedado demasiado pasadas de tanto lavarlas, el articulista recurre año tras año a los mismos asuntos que abrigaron sus columnas de invierno o puede que se aventure a buscar en las tiendas de su imaginación nuevos argumentos para sus textos estivales pero, eso sí, jamás de manga larga, por aquello de los rigores del verano periodístico.

Somos tiempo y a él se supedita todo, incluso lo que escribimos. Y más aún en un género tan evanescente, tan efímero como el artículo periodístico. Creemos que la vigencia de la escritura en prensa tiene la consistencia del papel que día a día se renueva con cada edición del periódico para el que trabajamos. Sin embargo, la perspectiva que nos proporciona el paso de los años de colaboración para unas cabeceras determinadas demuestra que hay otro tipo de perdurabilidad, una especie de diacronía en la fugacidad.

Cuando el lector se acerque a Entre perro y lobo, el nuevo libro de Julio Llamazares publicado por Alfaguara que recoge parte de sus producción periodística a lo largo de más de veinte años, constatará que lo que apuntaba Benítez Ariza es cierto, que algunos artículos parecen responder, por ejemplo, a las exigencias y avatares estivales, como Días de perros o La nevera.

Probablemente si el libro ofreciera, agrupados anualmente, todos los textos publicados en prensa por Llamazares desde 1986, se podría comprobar mucho mejor esa condición estacional cíclica enunciada por Benítez Ariza. Sin embargo, Entre perro y lobo, al tratarse de una selección, desborda la temporalidad anual y ofrece al lector otra suerte de circularidad.

En los artículos seleccionados el autor recurre a los mismos temas: el mundo rural, la despoblación y el abandono de éste, la marginación económica y política de su tierra leonesa, la defensa, Madrid, los maquis En cuanto a cuestiones políticas, hay que señalar un fenómeno temporal interesante. En sus artículos de los 80 y 90, Llamazares destaca lo irrespirable de la esfera pública española por los continuos ataques más o menos irracionales de unos contra otros. Según lo expresado por el autor leonés en estos textos, parecía que en aquellos años se había llegado a una cota insuperable de crispación en la vida política española. Sin embargo, haciendo bueno el dicho que asegura que quien aspira a mejorar lo malo apunta a lo peor, sus artículos políticos de los primeros años del nuevo siglo, salpicados de teorías conspirativas, onces emes y demás parafernalia dialéctica política reciente, demuestran que no solamente de año en año se repiten los mismos asuntos funestos, sino que, desgraciadamente, poco o nada hemos avanzado en ciertos aspectos.

Conclusión pesimista

La lectura de Entre perro y lobo proporciona al lector la desagradable sensación de hallarse en un bucle temporal inútil que refuta aquel otro dicho que afirma que «quien conoce la historia tiende a no repetir sus errores». Al contrario de lo que cabría esperar de un tiempo como el nuestro, en el que se supone que siempre se avanza linealmente hacia el progreso y la mejora continua de las condiciones de vida de los ciudadanos, la lectura de los artículos del libro nos llevan hacia una conclusión muy pesimista, hacia una concepción temporal medieval, cíclica y repetitiva, en la que de vez en cuando contemplamos con hartazgo la reiteración de los mismos errores de siempre, cuando no agravados.

Este hecho no solo se refiere a la vida política del país, sino que se extiende a otros ámbitos como, por ejemplo, el lenguaje -Modernos y elegantes y Las palabras-, el nivel cultural y moral de la ciudadanía - Parque jurásico o La vida de los otros-, las guerras del Golfo -El zigurat, Bajo la arena- y sus consecuencias -Madrid me mata-, la literatura

En cuanto a esta última, las referencias son muy jugosas. En primer lugar, la literatura aparece ya, aunque no lo parezca, en el título mismo del libro. Como explica el autor en el prólogo, Entre perro y lobo se refiere a las difusas fronteras que para él existen entre la escritura literaria y la periodística, como «esa luz indecisa del atardecer que se produce cuando el sol ya se ha ocultado pero la noche no se ha adueñado todavía de la tierra; esa luz difusa y gris que se parece a lo que en el cine llaman noche americana».